El sector del transporte se encuentra en el centro de las economías de América Latina y el Caribe (ALC), pero también es responsable del 34% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la región (World Resources Institute, 2019) . Una proporción importante de estas emisiones proviene del transporte por carretera, de carga y pasajeros, a escala interurbana. Actualmente, camiones y buses, en una abrumadora proporción (más del 90% en todos los países de la región), utilizan combustible fósil, principalmente diésel. Según IEA (2019), el consumo de energía y las emisiones de CO2 generadas por camiones y buses ha sostenido un incremento del 2.2% anual. En ALC el 88% de los vehículos para el transporte de carga y pasajeros utilizan petróleo y sus derivados (diésel y gasolina), el 3% gas natural, el 9% biocombustible y residuos, y menos del 1% son eléctricos (UPME 25, 2019;IEA, 2023) Bajo estas consideraciones, la construcción de una agenda orientada a la descarbonización en ALC debe necesariamente considerar el sector transporte. Ello implica trazar políticas que favorezcan la adopción de nuevas tecnologías para la propulsión de los equipos que consideren las particularidades de la región y las barreras existentes.